En mayo de 1991 invitamos a la más representativa líder del ecopacifismo austríaco para hablar de una Europa desnuclearizada en el segundo Simposio Internacional Una Sola Terra. Freda Meissner-Blau, periodista y pedagoga, era entonces presidenta de Ecoropa (European Network for Ecological Reflection and Action) asociación fundada en 1976, y defendía los ideales de una Europa de las Regiones que impulsaba el filósofo Denis de Rougemont desde el Centre Européen de la Culture de Ginebra. Allí, en la Ville Moynier, a orillas del lago Leman, nos conocimos junto con otros activistas antinucleares como Petra Kelly, Diana Schumacher, Brice Lalonde, Bernard Charbonneau, Ernst von Weizsaecker, Edward Goldsmith, Wolfgang Sachs, Mark Dubrulle, Sigmund Kvalöy y José Lutzenberger.
El pasado 22 de diciembre Freda falleció en Viena a los 88 años rodeada del afecto de los suyos y del respeto del movimiento ecologista austríaco que la considera la fundadora y el portavoz más representativo del partido Die Grünen-Die Grünen Alternative (Los Verdes-Alternativa Verde). A ella hay que atribuir el mérito de intentar influir sobre el Partido Socialdemócrata Austríaco (SPÖ) para que abandonase su apoyo a la energía atómica y se opusiera a que el gobierno del canciller Bruno Kreisky autorizara la central nuclear de Zwentendorf a 40 kilómetros de Viena. Una consulta popular realizada en 1978 permitiría que los austríacos se pronunciasen contra esta forma de energía por una corta mayoría, rechazo que fue seguidamente incorporado a la Constitución.
Su segunda batalla en 1984 fue contra el proyecto de central hidroeléctrica de Hainburg, en el Danubio, que hubiese comportado la destrucción de una de las más bellas reservas naturales de Europa. También en este caso el Gobierno tuvo que hacer marcha atrás. Este nuevo éxito impulsó el nacimiento del partido verde que en 1986 presentó a Freda Meissner-Blau como candidata a la presidencia del país frente al conservador Kurt Waldhein. Los Verdes entraron en el Parlamento con el 4,82% de los votos y Freda, sagaz e incisiva oradora, se convirtió en su portavoz. Actualmente este partido recoge entre el 10% y el 14% de los sufragios.
En 1985 recibió el Premio de Austria por la Protección de la Naturaleza y en 1991 el prestigioso Premio Konrad Lorenz.
Su primer esposo, Georges de Pawloff, trabajó para el Organismo Internacional de la Energía Atómica de las Naciones Unidas. Paul Blau, su segundo marido, destacado pensador y activista antinuclear, ex redactor-jefe del diario “Arbeiter-Zeitung”, la representó en el homenaje a Denis de Rougemont (1906-1985) que organizamos en Barcelona en diciembre de 1995 y en el que participaron el president de la Generalitat, Jordi Pujol, y el alcalde Pascual Maragall.
En aquella inolvidable conferencia que Freda pronunció en el Museu de la Ciència insistió en el papel de la sociedad civil europea para transformar el modelo desarrollista impulsado por el Tratado de Roma y por las instituciones financieras internacionales. Y dijo: “Los políticos son víctimas de tres ilusiones. La creencia que todos los problemas se pueden resolver con la ciencia y la tecnología. La segunda es la del hombre perfecto que no puede concebir ningún error ni eventualidad de accidentes como los de Three Mile Island y Chernóbil. No existe tecnología absolutamente fiable. La tercera es la creencia en un mercado sin límites en el que todos quieren vender y exportar cada vez más. Es una concepción errónea si nos damos cuenta que los países son como vasos comunicantes que forman un todo, que es nuestro planeta”.
Freda defendió, como la mayoría de los miembros de Ecoropa, la creación de un Tribunal Internacional Penal del Medio Ambiente para juzgar los crímenes y atentados ecológicos. Un vacío jurídico para la gobernabilidad mundial que aún está por llenar.
Santiago VILANOVA
Presidente de Una Sola Terra y miembro de Ecoropa
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